lunes, 8 de agosto de 2011

Totalmente desquiciada o " Los daños colaterales."



La verdadera identidad de Su Alteza






Está claro que soy una nulidad y además una ignorante, porque hay que documentarse antes de escribir.


Resulta que Su alteza el príncipe L.N. Andréiev era en realidad Leonid Nikoláievic Andréiev (1871-1919), escritor, prosista, dramaturgo y periodista y uno de los representantes más destacados de la Edad de Plata de la literatura rusa. ¡Que incultura y qué negación!




Bien resulta, que S.A. porque definitivamente me lo sigue pareciendo,  fue el literato mas famoso de su tiempo en todas las Rusias y vivía como un rey en su dacha en el istmo de Carelia. Idealista y rebelde, murío en la pobreza de una enfermedad cardiaca (como que me suena) desilusionado del resultado de la revolución bolquevique (¿y quien no?).
Segun las fuentes consultadas ( no, no, no ha sido la Wikipedia), el escritor y el pintor, vease Ilia Efimovich Repin estaban unidos por una intensa relación de amistad, así como por intereses creativos mutuos ????????







El pintor realizó tres cuadros y dos retratos gráficos de S.A.
(¿ por qué se repite siempre esta historia en mi vida?).






En cualquier caso, ahora que lo he encontrado,no lo voy a dejar escapar tan fácilmente.
 Parece ser que en castellano hay publicadas tres de sus obras más importantes: Los siete ahorcados, Los espectros y Las tinieblas. Desde luego muy animado no parece que fuera. Su novela más famosa en las Rusias se titula Risa Roja. Bien, en cualquier caso intentaremos localizar algo que leer de este chico con semejante magnetismo.
Ya  se verá.


Seguimos sin humo, parece mentira pero seguimos sin humo, y seguimos sufriendo además de ansiedad, de daños colaterales.

Por ejemplo, es cierto que después de un més y ocho dias sin fumar ( salvo epidodio esporádico de infausto recuerdo) he recuperado mucho del olfato. Así dicho suena espléndido, bucólico y genial: la hierba del parque, el café por la mañana, el nuevo aroma de mi hogar, el mar....bueno, pues nada más lejos de la realidad.






Es cierto que parezco preñada, porque mantengo un estado continuo de cierta nausea, físico, quiero decir, además de metafísico.

Deben ser las pastillas.
En verdad que me da nauseas el café en ayunas,  pero es que además no soporto desde hace unos diás el olor del suavizante de la ropa, el olor del aceite al freir,  ni bajar la basura.
Ya ves que tontería, supongo que me iré aconstumbrando de nuevo.
 Pero esto no es lo peor, no, que va, lo peor son otros efluvios, que antes notaba, pero que ahora me enajenan: es una tortura subir al autobús, pasar por determinadas calles, entrar en determinados servicios, colocarse al lado de determinado personal... Por dios con lo que se suda en Barcelona y con lo estupendo que es ducharse y enjabonarse, no entiendo las reticencias para llevarlo a cabo del personal, sinceramente no lo entiendo y me irrita y me agobia, aún más.
Una vez que consigo llegar a casa sin mayor perjucio para mi integridad
 (sin vomitar por las esquinas) me enfrento a los efluvios del restaurante  y otra vez vuelta a empezar.
Aquí, en casa, puede ser algo más llevadero, ducha va, ducha viene , porque claro, de rebote, me estoy  volviendo  un poquitin paranoica con el tema de mi higiene personal (no aguanto ni mi propia mismidad).


Claro que el hecho de la exaltación  de los sentidos, que al parecer conlleva el hecho físico y psíquico de prescindir del tabaco, además de afectar el olfato, que ya se vé que sí, además exacerba otras sensaciones. Es un hecho.(Tres hechos en un mismo párrafo u no me ruborizo)


Para mi ser más íntimo, el Acto III de la Tosca era totalmente prescindible dentro del desarrollo dramático de la opera. Quiero decir que a mi corto entender Puccini se lo podría haber ahorrado, o eso creía yo.
Después de la tremenda fuerza del Acto II, depues del tremento asesinato, después del dramatismo de la música, después de lo que se ha sufrido con la Tosca, después de lo que se ha odiado al malvado. A ¿quién le importa el resto? El famoso aria del tenor, siempre pensé que llegaba a destiempo.
Bien, pues sea efecto de la abstinecia, de la ansiedad o del olfato, no sé,  AYER escuché por primera vez en mi vida el Acto III de Tosca, después de haberlo oido mil veces y bendito sea Puccini, me emociono. Nunca volveré a pensar que es prescindible.

Por cierto, si no lo habeis visto en la puesta en escena del Acto II de Robert Carsen (cómo me gusta este señor), en la desnuda pared del Palacio Farnese hay pintado un gran graffiti en el que pone; VIETATO FUMARE.



















Vamos camino del desquicie total, no hay que desanimarse, en unos pocos dias más,  quizá lo alcance.